El diseño museográfico del Museo del Vino Tierra Bobal, ubicado en el emblemático edificio de la Bodega Redonda de Utiel, se articula como un recorrido inmersivo, envolvente y coherente que acompaña al visitante a través de los diferentes rituales, símbolos y paisajes asociados a la vid y al vino en la comarca de Utiel-Requena. Lejos de una mera sucesión de salas, el itinerario ha sido concebido como una experiencia narrativa continua, donde la arquitectura circular se convierte en el soporte conceptual de un discurso museográfico secuencial y sensorial.

Planta Primera – El relato simbólico del vino

El acceso al museo se realiza desde la calle Actor Rambal, conduciendo directamente a la planta superior, donde se despliega el discurso principal. Esta planta, que aprovecha la configuración circular original de la bodega, se ha reinterpretado como un anillo narrativo que permite un recorrido lógico y fluido.

1. Recepción de visitantes
   Un espacio de bienvenida que combina funcionalidad y elegancia, con mostrador de atención y mobiliario para taquillas, acompañado de una rampa accesible que introduce con suavidad a la exposición.
2. Ámbito 0: Relatos de historia, narraciones de vida
   Primer umbral simbólico del recorrido. Las paredes exteriores acogen piezas históricas, facsímiles y relatos introductorios que enmarcan el contexto territorial, cultural y humano del vino en esta comarca.
3. Bloque expositivo “La Vid y sus rituales”
   Tres ámbitos temáticos exploran la vid como elemento fundacional: su cultivo, sus ciclos y los rituales agrícolas y sociales que la rodean. El discurso se enriquece mediante dispositivos suspendidos, vitrinas, recursos lumínicos y sonoros.
4. Bloque expositivo “El Vino y sus rituales”
   En seis ámbitos sucesivos se articula un discurso sobre el proceso de vinificación y su traslación simbólica: del trabajo en bodega a la celebración, de la técnica al rito, de lo material a lo trascendente.
5. Espacio central
   El vacío interior de la planta se convierte en un ágora contemporánea: un espacio polivalente con bancos expositivos perimetrales, dispositivos digitales y ambientación sonora que invita a la reflexión y al descanso, y que también puede acoger actividades paralelas y educativas.

Planta Baja – Territorio, memoria y diversidad

La planta inferior, concebida como una prolongación del discurso, se configura como un homenaje al territorio y sus comunidades. Aquí se encuentra la transición entre el relato simbólico y el anclaje territorial.

6. Zona central – Denominación de Origen Utiel-Requena
   El visitante desciende por una rampa helicoidal acompañada por un mural tipográfico grabado en madera, que reproduce términos, nombres y expresiones ligadas a la identidad vinícola de la zona. En la base de esta espiral se erige una gran lámpara cilíndrica retroiluminada que simboliza la luz del conocimiento, en torno a la cual se dispone una vitrina conmemorativa.
7. Depósitos perimetrales (01–12)
   Cada uno de los antiguos depósitos de vino ha sido musealizado de forma individualizada para representar a los doce municipios de la comarca. Se han empleado elementos expositivos adaptados (paneles, pantallas, estereoscopios, gráficas retroiluminadas) que dialogan con la singularidad de cada territorio.
   
   • Depósitos 01 a 12 recorren temáticas que abarcan desde la identidad de “Tierra Bobal” hasta el uso comercial del vino, pasando por las memorias locales de cada municipio.
8. Sala intermedia y vestíbulo de salida
   El recorrido concluye con un espacio de síntesis y transición hacia el edificio anexo de la D.O., completando el relato con una mirada contemporánea y de proyección hacia el futuro.

Lenguaje museográfico

El lenguaje expositivo se basa en el contraste de luz y materia:

• En la planta primera predominan los colores oscuros y los materiales nobles que exaltan las piezas en suspensión y las retroiluminadas.
• En la planta baja, los colores claros y el enfoque coral reflejan la diversidad del territorio.
• Los recursos digitales y gráficos han sido integrados en la arquitectura con criterios de diseño contemporáneo y respeto al edificio histórico.

El recorrido, concebido como una narrativa inmersiva, convierte a la Bodega Redonda en un espacio simbólico donde el vino se expresa no solo como producto, sino como cultura, historia y emoción compartida.